Esta historia ocurrió en la década de 1960 y principios de los 70.
Era un perro mediano y cruzado con ovejero alemán llamado Gaucho, pues así lo llamo Facundo Ferro, su dueño, porque ambos vivían en la localidad de Villa del Carmen.
Un día su dueño enferma y tiene que ser trasladado al Hospital Dr. Emilio Penza ( Durazno ) de una enfermedad grave dejando en Villa del Carmen a su perro.
Gaucho que no soportaba estar lejos de su amo se recorrió más de 50 km andando siguiendo el rastro de su dueño hasta llegar a Durazno y allí se quedo acompañándolo sin alejarse del lugar.
Los vecinos y los trabajadores del hospital lo conocieron por su inseparable presencia, siempre debajo de la camilla de su amo tratando de pasar desapercibido. El personal del hospital se lo permitía, ya que varias veces lo habían echado pero siempre volvía mansamente, como pidiendo permiso...con lo que sin duda se ganó el corazón de médicos y enfermeros.
Después de un tiempo en el hospital el dueño muere y todo el personal del hospital pudo oír a Gaucho aullar junto al cadáver de su amo. El perro lo acompañó en su velatorio e incluso estuvo en el entierro.
Más de 30 días estuvo Gaucho viviendo en la tumba de su amo, de la que no se separaba solamente para ir a Durazno a coger algún alimento.
Se hizo muy querido entre la gente de allí e incluso quisieron adoptarlo pero el perro se opuso, pues siempre volvía a dormir sobre la tumba de su amo.
Tres años después Gaucho muere en las proximidades de la plaza Sainz donde fue hallado ya sin vida.
El pueblo de Durazno ha puesto un monumento de bronce que se encuentra frente al cementerio y una placa recordatoria que dice así: Los Duraznenses a Gaucho, por tu inigualable lealtad, por haber sido nuestro, por darnos tu leyenda. Durazno, mayo de 1969.
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